Bugfix

El plan para la infiltración del Zócalo era el siguiente: Harían robar una pieza a Ratatöski (la ardilla amaestrada de Heck) para sacar a Jake de la tienda. Entonces Jun entraría en ella y hackearía la puerta para dejarle fuera, buscaría el chip para analizarlo y le aplicaría un rastreador. Supuestamente Jake llamaría al cuartel general al no poder entrar y el resto del equipo se reuniría con él, permitiendo que Jun saliera.

Para Heck resultó sencillo hacer que la ardilla robara una pieza de robótica. Siempre había tenido predilección por los objetos brillantes. Tal y como habían previsto, Jake salió cabreado tras la ardilla, tratando de recuperar la pieza robada mientras Ava y él se ocultaban de la vista.

Jun entró sigilosamente desde el otro lado de la calle y trucó los controles de la puerta con su mano herramienta con éxito: Estaría encerrada dentro del Zócalo durante al menos media hora, tiempo más que suficiente para buscar el misterioso chip y realizarle los apaños necesarios.

No pasó mucho tiempo antes de que oyera al desafortunado propietario aporrear la puerta desde fuera. Tras insistir unos minutos, los golpes cesaron y Jun escuchó la llamada de ayuda de Jake al cuartel general. Todo estaba saliendo según lo previsto. Se dispuso a buscar el chip.

Lo encontró en la sala de tecno-cirugía trasera que habían usado días antes para instalarse los chips cerebrales de habilidad. Decididamente era una pieza muy avanzada, colocada en un lector enchufado al ordenador principal. La venta del dispositivo estaba programada para el dia siguiente, John Doe, ejecutivo de Militech.

Jun se conectó al ordenador y analizó la estructura interna y programación del chip. No se parecía en nada que hubiera visto antes, ni siquiera sus avanzados conocimientos técnicos le permitieron entender su funcionamiento, aunque si pudo modificarlo para añadirle un localizador. Podrían rastrear la ubicación del dispositivo en un radio que más o menos abarcaría todo Night City. Ocultó sus huellas digitales y se preparó para abandonar el local.

El resto del equipo se encontró con Jake al recibir la llamada de ayuda. Hicieron el paripé y se lo llevaron a por herramientas para poder abrir la puerta. Durante este intervalo, Jun pudo abandonar el local y se dispuso a reunirse con ellos.

Durante su regreso al local con Jake, Ava y Heck se encontraron con una banda de adictos al speed que intentó atracarles. No eran rivales para las capacidades de los dos personajes, pero les superaban en número a proporción de tres a uno, así que por el canal de radio avisaron a Jun para que se apresurara.

Cuando Jun llegó al lugar, una de las arterias principales de la barriada, vió que Ava estaba exhibiendo de forma espectacular sus capacidades de lucha cuerpo a cuerpo y Heck desenfundando su escopeta. Un grito bastó para que los dos dejaran el combate de un empujón y se tiraran al suelo mientras la granada de Jun rodaba por los adoquines de la calle en dirección a los desgraciados adictos.

La explosión pudo sentirse en todo el barrio. Heck, Ava y Jake se quedaron momentáneamente sordos, pero por suerte no tuvieron que lamentar heridas más severas. Lo mismo no podía decirse de la banda, las brigadas de limpieza tendrían mucho trabajo quitando restos de la calle ese día. Cuando se hubo recuperado, el equipo acabó con los enemigos que todavía vivían e, ignorando a la masa de curiosos que se había congregado en la acera de enfrente tras la explosión, continuaron su camino hacia el Zócalo.

Tijeras les interrumpió poco después: Por las cámaras instaladas en los locales descubrió un grupo de hombres trajeados idénticos a los de la última vez en el restaurante de la plaza Arasaka. Él ya se dirigía hacia allí e instó a nuestros personajes a hacer lo mismo. Jun informó a Jake que su local no tenía peligro y que podía volver a él, así que se separaron y fueron en dirección al restaurante.

Una historia de cyberpunk
Admin, 27/07/2019